Junto con la formal y la reflexiva, la práctica informal es uno de los tres pilares del aprendizaje mindfulness. Mediante la práctica informal tomaremos conciencia del momento presente, de una forma muy simple pero eficiente, llevando la atención voluntaria y conscientemente, durante pequeños instantes a lo largo del día, a determinadas sensaciones que nos interese identificar en ese preciso momento.
Estos pequeños instantes de práctica informal a los que nos referimos, son todos aquellos momentos del día (hay cientos) en los que básicamente estamos esperando algo; esperamos que el semáforo se ponga en verde, esperamos que baje o suba el ascensor, que llegue el metro o el bus, que el microondas caliente la leche, que se encienda el ordenador, etc.
Cuando estos instantes, no son objeto consciente de nuestra atención, producen al menos dos efectos nocivos en nuestro día a día. Por un lado nos colman de impaciencia pues deseamos que finalice la espera, y al mismo tiempo nos “aceleran” pues intentamos aprovecharlos fugazmente para resolver nuestro pequeño universo de tareas pendientes; mientras el microondas calienta la leche para el café, corremos a preparar el bocadillo para el niño, cerrar el lavavajillas, etc.
Si nos dejamos llevar aceleradamente por esos pequeños instantes, estaremos potenciando ese automatismo de nuestra mente programada que nos lleva donde quiere. Sin embargo, si aprovechamos estos pequeños instantes para frenar y llevar nuestra atención donde nosotros decidamos conscientemente, estaremos desactivando el automatismo del programa, y potenciando el control de nuestra atención plena.
¿Cómo lo entrenamos?
Mediante la práctica informal, llevaremos nuestra atención, en esos pequeños instantes, a determinadas sensaciones; físicas inicialmente y a otras más complejas algo más adelante.
En una primera etapa te propongo simplemente observar y sentir:
Sentir tu respiración, sentir el roce de tu ropa y complementos, sentir el contacto de tu cuerpo con el entorno, etc.
Por ejemplo:
- Si te encuentras esperando en un semáforo o en rojo, podrás, mientras tanto, llevar tu atención a sentir el tacto y la vibración del volante o la presión del cinturón de seguridad en tu cuerpo.
- Mientras esperas que la leche se caliente en el microondas, puedes llevar la atención a sentir la temperatura de la encimera donde apoyas la mano.
- Mientras se enciende el ordenador o baja el ascensor puedes llevar la atención a sentir ese frescor que se produce en la nariz al inhalar, etc.
Cuando nos vamos, “obsesionando” de forma sana con llevar conscientemente la atención en todo momento a estos pequeños instantes, vamos descubriendo cientos de ellos a lo largo del día y vamos sumando segundo a segundo, minuto a minuto, pequeños momentos que nos ofrecen una gran cantidad tiempo acumulado al final del día para nuestro entrenamiento mindfulness. Más allá de esto, empezamos a relacionarnos con esos momentos de impaciencia invirtiendo en ellos y dándoles la vuelta, potenciando nuestra paciencia, serenándonos en esos momentos que antes nos aceleraban y entrenando el control de nuestra atención consciente.
Estarás viviendo conscientemente el momento presente.
Utilizar las escaleras mecánicas, o lavarse las manos.
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Cierro los ojos y respiro a las vez que mi gatito esta ronroneando es una sensacion de paz y tranquilidad increible
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Yo empeze hace poco en todo este nuevo mundo para mi, y creo que nunca olvidare, aquella noche que realmemte me limpie los dientes. Suena raro. Pero pude sentir perfectamente como giraba el cepillo, estaba sumergida dentro del ruido, como las celdas recorrian mis dientes pero esa sensacion imbadia mi cuerpo. Jamas lo olvidare.
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Paseaba por el puente de la barqueta con una amiga, me centraba en mi respiración, pude sentir por primera vez la vibración de los coches por la acera, me vibraba todo el cuerpo!! Mi amiga no lo percibia.Me sentí asustada!!!
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Muchas gracias Nacho, poco a poco me siento más tranquila ante determinadas situaciones…
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