Mindfulness y rendimiento deportivo

Israel Mañas*, Jesús del Águila, Clemente Franco, Mª Dolores Gil y Consolación Gil
Universidad de Almería
(Recibido 14 abril 2014; Aceptado 25 abril 2014)

La inclusión del mindfulness en el deporte es un campo reciente. Mientras que la psicología del deporte ha dependido principalmente de la “segunda ola” de intervenciones cognitivo-conductuales durante las últimas cuatro décadas, una nueva aproximación que incluye al mindfulness se ha desarrollado recientemente: la “tercera ola”. Esta nueva aproximación asume la idea de que el rendimiento es un estado que no se basa en el auto-control o cambio del comportamiento, sino que es un estado que emerge del reconcomiendo y aceptación de los pensamientos, emociones y sensaciones corporales. La práctica del mindfulness permite aprender a observar y aceptar los pensamientos, emociones y sensaciones corporales sin intentar eliminarlos o modificarlos. Este trabajo revisa los dos principales programas de mindfulness para el rendimiento deportivo, ambos de la “tercera ola”: el Mindful Sport Performance Enhancement (MSPE) y el Mindfulness-Acceptance-Commitment (MAC).

Durante décadas, la psicología del deporte ha investigado el clima o estado mental ideal que favorezca que los deportistas y atletas alcancen su mejor rendimiento (Williams y Straub, 2010) esto incluye, por supuesto, la adquisición y desarrollo de ciertas habilidades psicológicas. Para adquirir y desarrollar estas habilidades la psicología aplicada al deporte se ha nutrido principalmente de técnicas y herramientas que provienen, de lo que en psicología se denomina genéricamente la tradicional aproximación cognitiva-conductual. Decimos “tradicional” porque esta aproximación se corresponde con la denominada “segunda ola de terapias” y a las terapias dentro de este movimiento se las conoce como “terapias de segunda generación”; en contraste con la “tercera ola de terapias” y las “terapias de tercera generación”, entre las que se enmarcamos el mindfulness o atención plena (e.g., véase Hayes, 2004; Mañas, 2007).

El objetivo del mindfulness no es el control o supresión de los pensamientos, emociones o sensaciones corporales, más bien es la aceptación de los mismos experimentando y comprendiendo que son eventos transitorios. Esto contrasta de forma directa con el principal objetivo de las tradicionales técnicas empleadas para que los atletas mejoren su rendimiento deportivo (e.g., controlar la ansiedad, eliminar pensamientos negativos, cambiar el estado de ánimo, etc.). La persona que practica mindfulness aprende a observar y aceptar los pensamientos, las sensaciones y las emociones que experimenta. A través de la observación se desidentifica, genera perspectiva y los trasciende. En cierto sentido, se libera del contenido de los mismos. El practicante no intenta eliminar, suprimir, reducir o alterar de ningún modo sus pensamientos, emociones y sensaciones corporales ya que los intentos de control en ocasiones generan más problemas y sufrimiento (Campbell, Barlow, Brown y Hoffman, 2006).

Un atleta mindful podrá desarrollar consciencia en torno a sus propios pensamientos, emociones y sensaciones corporales y se relacionará con ellos de una manera más sabía y llena de consciencia. Esta relación está caracterizada por una aceptación radical y profunda de su propia experiencia. Implica ser consciente a cada momento no sólo de su propia experiencia sino también de lo que está ocurriendo a su alrededor. Por ello, no ha de perder tiempo en controlar nada (que no sea la propia atención) y no ha de invertir tiempo y energía (en ocasiones luchando duramente) para eliminar ni cambiar nada que esté valorando negativamente (ya que también aprende a no juzgar la experiencia y a no reaccionar ante ella ni contra ella). Consecuentemente, estará más focalizado en la tarea, podrá responder o realizar su ejecución con mayor precisión y exactitud, sufrirá menos distracciones y el aprendizaje de lo entrenado y aprendido podrá fluir de forma libre y automática de forma beneficiosa.

Los datos expuestos en este trabajo ponen de manifiesto que tanto el programa MSPE como el programa MAC pueden resultar útiles para incrementar el rendimiento deportivo. El elemento clave a destacar es que estos programas no pretenden entrenar a los atletas a que controlen, eliminen o alteren de ningún modo sus propios estados internos y experiencias (e.g., pensamientos, emociones, sensaciones corporales, etc.) como sí es el caso de la mayoría de las intervenciones que se han realizado y se realizan actualmente (intervenciones cognitivo-conductuales tradicionales de segunda generación). El objetivo de estos programas (intervenciones de tercera generación) es muy diferente, consiste en enseñar a los atletas a que dejen de controlar y a que practiquen la aceptación de tales eventos desarrollando conciencia y sabiduría en torno a los mismos, comprendiendo y experimentando que son eventos pasajeros o transitorios. De esta manera, los atletas aprenden a tomar distancia con respecto a sus propios eventos privados o internos (e.g., pensamientos, sensaciones físicas, emociones) al tiempo que se desidentifican y generan flexibilidad cognitiva. Al no tener que gastar tiempo ni energía en controlarlos, la capacidad de estar focalizado en la tarea no se ve mermada y la ejecución y rendimiento se mantiene o aumenta. En definitiva, debido a las consecuencias negativas que pueden derivarse de tener como objetivo de intervención el controlar o cambiar lo que se está experimentado, en el contexto del deporte, y especialmente para los atletas o competidores de alto nivel, merece la pena abogar por la práctica del mindfulness, la cual no implica el control sino podríamos decir “gestión o aceptación consciente” de nuestros eventos privados.

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